La moda tiene un componente político, Vivienne Westwood lo sabe bien. En la pasada edición de Paris Fashion Week, con un setting que hacía alusión a la manera en la que se vería el infierno en la tierra la diseñadora británica ha realizado de nuevo un llamado para emprender acciones contra el cambio climático. A la vez, en lo que resulta ser un curioso vaso comunicante, la presentación de la línea Invierno 2015 ocurrió al mismo tiempo en el que desfilaba por las calles londinenses la marcha convocada por la organización Time To Act.  Coincidencia o no, este paralelismo resalta la importancia de emprender acciones contra el problema ambiental que diariamente modifica y afecta al mundo.

En lo que a las piezas respecta, éstas están dotadas de la excentricidad Westwood: lo oversized comulga con piezas de cortes tan arriesgados como tradicionales y una paleta de interesantes colores ilumina los materiales más diversos. Sin embargo, en esta ocasión, la relevancia está en lo que se lee entre líneas: modelos masculinos vistiendo lo que únicamente puede ser entendido como una re-interpretación de una falda hula. Con esto, la diseñadora británica contribuye a borrar la (molesta) línea impuesta por el (absurdo) convencionalismo que separa lo que un hombre debe vestir; no sorprende, pues, que la colección haya sido llamada Unisex.

Si algo ha ocurrido en esta temporada es eso: lo unisex, esa tendencia iniciada en la década del sesenta que buscaba diluir la diferencia de género entre mujeres y hombres. Para comprobar lo anterior, basta ver uno de los looks mostrados por Xavi Reyes en Madrid Fashion Week, o bien, ver desfilar a Jalle Haen en Proenza Schouler. Ya no se trata de lo que hombre debería ser; se trata de lo que simple y sencillamente es.

Hombres vistiendo ropa de mujer.

Hombres vistiendo ropa.

La segunda oración tiene dos palabras menos que la primera y, hoy por hoy, debería ser la que realmente importa.

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